Novia:
Fue un día muy relajado, a primera hora llevé a mi novio al hotel donde estaban todos los invitados y él se pasó toda la mañana en la playa y comió allí con su familia, yo me pasé la mañana en la “pelu” y después estábamos en casa solas mi madre y yo, cosa que agradecí enormemente que no hubiese más gente.
A las tres vino la maquilladora, a las 5 me empecé a vestir y para las 6 salimos.
Llegué a las siete menos cuarto a la playa, avisé a la organizadora y me dijo que estaban todos peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeero que por problemas técnicos (la música), aún no podía hacer la entrada, entonces fue el primer momento en todo el día que me puse nerviosa.
Total que lo estuvimos esperando 20 minutos, la gente (hasta el novio) se pensaba que la que llegaba tarde era yo, y yo llevaba desde menos cuarto allí histérica.
Pues nada, se arregló el “problema”, y me empecé a acercar con mi hermano del brazo a la orilla (antes me había quitado los zapatos y me quedé descalza), empezó a sonar la canción (“Faraway Vol. 2” de Apocaliptyca, preciosa, la recomiendo) y pillé ya la recta hacía la orilla donde ya vi al novio y a toda la gente haciendo fotos, me temblaba el pulso y encima noté que a mi hermano le temblaban las piernas y yo iba evitando no llorar, así que iba un poco “nervi”.
Novio:
Fue un día muy relajado. A primera hora (9:00) me levanté, desayuné y me fui a por el periódico y a por los pétalos para los invitados. Mientras la tía de la novia iba a la peluquería me leí el periódico. A no tan primera hora (11:00), la novia me llevó al hotel donde estaban todos los invitados y pasé el resto de la mañana en la playa. Comí por allí con parte de la familia y hacia las 16:00 me preparé en la habitación de los aitas.
A las 17:00 bajé a estar con los invitados mientras esperábamos el autobús. Llegó puntual y lo que es más sorprendente, los invitados estaban preparados y no se tuvo que esperar a nadie. Durante el camino en el autobús me puse delante con el chofer y micrófono en mano fui animando a la gente. Hice de guía turístico y enseñé cosas tan típicas como “las rotondas mallorquinas”.
Llegamos, no sin dificultad, a las 18:30 y estuvimos esperando a que llegase la novia. La playa estaba preciosa. Me hice fotos con la gente, la fotógrafa ya empezó con su extenso trabajo y casi somos atropellados por un tractor de limpieza.
Como tardaba, ya empecé a preguntar si alguna chica vestida de blanco querría sustituirla, pero por fin empezó el revuelo y la gente se colocó justo antes de que empezase a sonar la música y entrase la preciosa novia.
Ambos:
Pues nada, 10 minutos y casados. La ceremonia no fue seria del todo, por lo que en esto también fue una boda diferente.
Mandamos a la gente al aperitivo mientras nosotros nos hacíamos las fotos por la playa antes de que se nos fuese la luz.
Luego mientras el aperitivo (ya oscureciendo) nos fuimos haciendo las fotos con los diferentes grupos. Había dos versiones de cada foto, una seria y otra bailando. La música del “lunch” no fue convencional (nuestra entrada fue con la introducción de “Conan”) y hubo gente que se emocionó.
Para saber dónde se sentaba cada invitado, pusimos unas tarjetas con los nombres de cada uno en una mesa y tuvieron que buscarlo para recibir de paso nuestro agradecimiento y un número de sorteo.
Y después a cenar. Todo muy bueno, los camareros muy profesionales y amables y lo más importante, pudimos comer de todo, pese a los “pesaus” del “que se besen”.
Antes de acabar, la salida de la tarta sonando de fondo “Nessum Dorma” en versión Manowar y un postre especial para el novio (tarta de hojaldre con frutas).
Cuando acabó la cena, el postre, el café y las copas y entregar los regalos (botella de vino y jabón), habíamos preparado un sorteo (la pecera con los peces que estaba en nuestra mesa) para montar el cachondeo, peeeeeeeeeeeeeeeeeero cual fue la sorpresa de la novia que ni sorteo ni leches, de repente sacaron un proyector, se pusieron a colocar dos sillas delante de él (él novio ayudaba a prepararlo todo) y la novia a cuadros porque no entendía nada, no sabía qué estaban haciendo...
Total, que cuando estaba todo listo, el novio fue a por la novia y la llevó a sentarse. Y era un vídeo con frases y fotos nuestras con una canción de fondo que pegaba con todo lo que salía en el vídeo (“El regalo más grande” de Tiziano Ferro y Amaia Montero). Bueno pues la novia en el minuto 0:02 ya estaba soltando la lágrima, y ya fue ver la primera foto de su padre y estalló a moco tendido. Pues eso, había fotos nuestras, con los amigos, con la familia, de cachondeo (cosa que agradeció para poder reír un poco). El “making off” del vídeo daría para otra crónica aparte, porque no fue fácil prepararlo a escondidas de la novia.
Así que después de la llorera (novio y algunos invitados incluidos), volvimos a nuestra mesa y continuamos con el cachondeo del sorteo.
A continuación abrimos el baile con “These arms of mine” de Otis Redding, y al final de la canción, en medio de una frase se cortó la canción en seco y empezó a sonar la sirena de “Shake Your Tailfeather” de la BSO de “Bad Boys II”, la gente no entendía nada, nosotros hicimos como que no sabíamos qué pasaba mirando al DJ y todo, y cuando empezó la canción empezamos a bailar sacando a todo el mundo a la pista. Y empezó la fiesta hasta las mil!!
El repertorio de las canciones tampoco fue típico, y estoy seguro de que muchos todavía están flipando de haberse encontrado ciertas canciones en una boda (por ejemplo “los fraggel”, Led Zeppelin, 50 cent, Su ta Gar,...).
Mucho “chuzo”, pero ningún herido, todos pasándoselo genial e incluso los camareros nos felicitaron por el exquisito trato de los invitados y por lo bien que se lo habían pasado.
Obviamente nosotros recordaremos este día el resto de nuestra vida, pero lo que más nos alegra es que mucha gente comparta esa sensación.
